"Virgen María de Guadalupe, dulce Señora y Madre nuestra, nos volvemos a ti para agradecerte de todo corazón que hayas querido que la canonización de tu fiel servidor, Juan Diego, "el más pequeño de tus hijos", haya sido aquí, en tu "casita sagrada" del Tepeyac. Show "Madre, te pedimos fervientemente que esta canonización sirva para para impulsar la Nueva Evangelización en toda América y en el mundo entero. Que Juan Diego, a quien podemos ya venerar como santo, sea un verdadero modelo de vida cristiana para "todos los moradores de estas tierras y demás amadores tuyos que invocan tu nombre". Súplica a la Virgen de Guadalupe, pronunciada por EL NICAN MOPOHUA: EL AUTOR: EL ARGUMENTO: Se lleva a cabo la unión de dos pueblos irreconciliables. En la plenitud de los tiempos para América aparece María Santísima portadora de Cristo. Hay una identificación de lo esencial de la Biblia: Cristo, centro de la Historia- (Juan 3,14-16) con lo esencial del Nican Mopohua (vv.26-27) y con lo esencial del mensaje glífico de la Imagen de Nuestra Señora de Guadalupe: el Niño Sol que lleva en su vientre Santísimo. LOS PROTAGONISTAS: LAS APARICIONES: Primera Aparición: Al llegar junto al cerrito llamado Tepeyacac, amanecía; y oyó cantar arriba del cerro; semejaba canto de varios pájaros; callaban a ratos las voces de los cantores; y parecía que el monte les respondía. Su canto, muy suave y deleitoso, sobrepasaba al del coyoltótotl y del tzinizcan y de otros pájaros lindos que cantan. Se paró Juan Diego para ver y dijo para sí: "¿Por ventura soy digno de lo que oigo?, ¿Quizás sueño?, ¿Me levanto de dormir?, ¡Dónde estoy?, ¿Acaso en el paraíso terrenal, que dejaron dicho los viejos, nuestros mayores?, ¿Acaso ya en el cielo?" Estaba viendo hacia el oriente, arriba del cerrillo, de donde procedía el precioso canto celestial. Luego se atrevió a ir a donde le llamaban. No se sobresaltó un punto, al contrario, muy contento, fue subiendo el cerrillo, a ver de dónde le llamaban. Cuando llegó a la cumbre vio a una señora, que estaba allí de pie y que le dijo que se acercara. Llegado a su presencia, se maravilló mucho de su sobrehumana grandeza: su vestidura era radiante como el sol; el risco en que posaba su planta, flechado por los resplandores, semejaba una ajorca de piedras preciosas; y relumbraba la tierra como el arco iris. Los mezquites, nopales y otras diferentes hierbecillas que allí se suelen dar parecían de esmeralda; su follaje, finas turquesas; y sus ramas y espinas brillaban como el oro. Se inclinó delante de ella y oyó su palabra, muy suave y cortés, cual de quien atrae y estima mucho. Ella le dijo: "¿Juanito, el mas pequeño de mis hijos, dónde vas?" El respondió: Señora y Niña mía, tengo que llegar a tu casa de México Tlatilolco, a seguir las cosas divinas, que nos dan y enseñan nuestros sacerdotes, delegados de Nuestro Señor". Ella luego le habló y le descubrió su santa voluntad. Le dijo: "Sabe y ten entendido, tú el más pequeño de mis hijos, que yo soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios por quien se vive: del Creador cabe quien está todo: Señor del cielo y de la tierra. Deseo vivamente que se me erija aquí un templo, para en él mostrar y dar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa, pues yo soy vuestra piadosa madre, a ti, a todos vosotros juntos los moradores de esta tierra y a los demás amadores míos que me invoquen y en mi confíen; oír allí sus lamentos y remediar todas sus miserias, penas y dolores. Juan Diego contestó: Señora mía, ya voy a cumplir tu mandato; por ahora me despido de ti, yo tu humilde siervo." Segunda Aparición: Luego que entró, en seguida le dio el recado de la Señora del Cielo; y también le dijo cuanto admiró, vio y oyó. Después de oír toda su plática y su recado, pareció no darle crédito. El Obispo le respondió; "Otra vez vendrás, hijo mío, y te oiré más despacio; lo veré muy desde el principio y pensaré en la voluntad y deseo con que has venido." Juan Diego salió y se vino triste, porque de ninguna manera se realizó su mensaje. En el mismo día se volvió; se vino derecho a la cumbre del cerrito, y acertó con la Señora del Cielo, que le estaba aguardando, allí mismo donde le vio la primera vez: "Señora, la mas pequeña de mis hijas. Niña mía, fui a donde me enviaste a cumplir tu mandato, le vi y le expuse tu mensaje, así como me advertiste; me recibió benignamente y me oyó con atención; pero en cuanto me respondió, apareció que no lo tuvo por cierto. Me dijo: Otra vez vendrás, te oiré mas despacio, veré muy desde el principio el deseo y voluntad con que has venido. Comprendí perfectamente en la manera que me respondió que piensa que es quizás invención mía que tú quieres que aquí te hagan un templo y que acaso no es de orden tuya; por lo cual te ruego encarecidamente, Señora y Niña mía, que a alguno de los principales, conocido y respetado y estimado, le encargues que lleve tu mensaje, para que le crean; porque yo soy solo un hombrecillo, soy un cordel, soy una escalerilla de tablas, soy cola, soy hoja, soy gente menuda, y tú, Niña mía, la mas pequeña de mis hijas, Señora, me envías a un lugar por donde no ando y donde no paro. Perdóname que te cause pesadumbre y caiga en tu enojo, Señora y Dueña mía." Le respondió la Santísima Virgen: "Oye, hijo mío el mas pequeño, ten entendido que son muchos mis servidores y mensajeros a quienes puedo encargar que lleven mi mensaje y hagan mi voluntad; pero es de todo punto preciso que tu mismo solicites y ayudes y que con tu mediación se cumpla mi voluntad. Mucho te ruego, hijo mío el mas pequeño, y con rigor te mando, que otra vez vayas mañana a ver al Obispo. Dale parte en mi nombre y hazle saber por entero mi voluntad: que tiene que poner por obra el templo que le pido. Y otra vez dile que yo en persona, la siempre Virgen Santa María, Madre de Dios, te envía." Respondió Juan Diego: "Señora y Niña mía, no te cause yo aflicción; de muy buena gana iré a cumplir tu mandato; de ninguna manera dejaré de hacerlo ni tengo por penoso el camino. Iré a hacer tu voluntad, pero acaso no seré oído con agrado; o si fuese oído, quizás no me creerá. Mañana en la tarde cuando se ponga el sol vendré a dar razón de tu mensaje, con lo que responda el prelado. ya me despido, Hija mía, la mas pequeña, mi Niña y Señora. Descansa entretanto". Luego se fue él a descansar a su casa. Tercera Aparición: Cuarta Aparición: "Al día siguiente, lunes, cuando tenía que llevar Juan Diego alguna señal para ser creído, ya no volvió. Porque cuando llegó a su casa, a un tío que tenía, llamado Juan Bernardino, le había dado enfermedad, y estaba muy grave. Primero fue a llamar a un médico y le auxilió; pero ya no era tiempo, ya estaba muy grave. Por la noche, le rogó su tío que de madrugada saliera y viniera a Tlatilolco a llamar a un sacerdote, que fuera a confesarle y disponerle, porque estaba muy cierto de que era tiempo de morir y que ya no se levantaría ni sanaría. El martes, muy de madrugada, se vino Juan Diego de su casa a Tlatilolco a llamar al sacerdote; y cuando venía llegando al camino que sale junto a la ladera del cerrillo del Tepeyacac, hacia el poniente por donde tenía costumbre de pasar, dijo: "Si me voy derecho, no sea que me vaya a ver la Señora, y en todo caso me detenga, para que lleve la señal al prelado, según me previno; que primero nuestra aflicción nos deje y primero llame yo de prisa al sacerdote; el pobre de mi tío lo está ciertamente aguardando." Luego dio vuelta al cerro; subió por entre él y pasó al otro lado, hacia el oriente, para llegar pronto a México y que no le detuviera la Señora del Cielo. Pensó que por donde dió la vuelta no podía verle la que está mirando bien a todas partes. La vio bajar de la cumbre del cerrillo y que estuvo mirando hacia donde antes él la veía. Salió a su encuentro a un lado del cerro y le dijo: "¿Que hay, hijo mío el más pequeño?, ¿a dónde vas?". Se apenó él un poco, o tuvo verguenza, o se asustó. Se inclinó delante de ella y la saludó, diciendo: "Niña mía, la mas pequeña de mis hijas. Señora, ojalá estés contenta. ¿Como has amanecido?, ¿Estás bien de salud, Señora y Niña mía? Voy a causarte aflicción: sabe, Niña mía, que está muy malo un pobre siervo tuyo, mi tío: le ha dado la peste, y está para morir. Ahora voy presuroso a tu casa de México a llamar a uno de los sacerdotes amados de Nuestro Señor, que vaya a confesarle y disponerle; porque desde que nacimos vinimos a aguardar el trabajo de nuestra muerte. Pero sí voy a hacerlo, volveré luego otra vez aquí, para ir a llevar tu mensaje. Señora y Niña mía, perdóname, tenme por ahora paciencia; no te engaño. Hija mía la mas pequeña, mañana vendré a toda prisa." Después de oír la plática de Juan Diego, respondió la piadosísima Virgen: "Oye y ten entendido hijo mío el mas pequeño, que es nada lo que te asusta y aflije; no se turbe tu corazón; no temas esa enfermedad, ni otra alguna enfermedad y angustia. ¿No estoy yo aquí?, ¿No soy tu Madre?, ¿No estás bajo mi sombra?, ¿No soy yo tu salud?, ¿No estás por ventura en mi regazo?, ¿Qué mas has menester?. No te apene ni te inquiete otra cosa; no te aflija la enfermedad de tu tío, que no morirá ahora de ella; está seguro de que sanó." (Y entonces sanó su tío, según después se supo). Cuando Juan Diego oyó estas palabras de la Señora del Cielo consoló mucho; quedó contento. Le rogó que cuanto antes se despachara a ver al señor Obispo, a llevarle alguna señal y prueba, a fin de que creyera. La Señora del Cielo le ordenó luego que subiera a la cumbre del cerrito, donde antes la veía. Le dijo: "Sube, hijo mío el mas pequeño, a la cumbre del cerrito; allí donde me viste y te di órdenes, hallarás que hay diferentes flores; córtalas, júntalas, recógelas; en seguida baja y tráelas a mi presencia." Al punto subió Juan Diego al cerrillo. Y cuando llegó a la cumbre, se asombró mucho de que hubieran brotado tantas varias exquisitas rosas de Castilla, antes del tiempo en que se dan, porque a la sazón se encrudecía el hielo. Estaban muy fragantes y llenas del rocío de la noche, que semejaba perlas preciosas. Luego empezó a cortarlas; las juntó todas y las hecho en su regazo. La cumbre del cerrito no era lugar en que se dieran ningunas flores, porque tenía muchos riscos, abrojos, espinas, nopales y mezquites; y si se solían dar hierbecillas, entonces era el mes de diciembre, en que todo lo come y echa a perder el hielo. Bajó inmediatamente y trajo a la Señora del Cielo las diferentes flores que fue a cortar; la que, así como las vio, las cogió con su mano y otra vez se las echó en el regazo, diciéndole: "Hijo mío el mas pequeño, esta diversidad de flores es la prueba y señal que llevarás al Obispo. Le dirás en mi nombre que vea en ella mi voluntad y que él tiene que cumplirla. Tú eres mi embajador, muy digno de confianza. Rigurosamente te ordeno que sólo delante del Obispo despliegues tu manta y descubras lo que llevas. Contarás bien todo; dirás que te mandé subir a la cumbre del cerrito, que fueras a cortar flores, y todo lo que viste y admiraste, para que puedas inducir al prelado a que dé su ayuda, con objeto de que se haga y erija el templo que he pedido." Después que la Señora del Cielo le dio su consejo, se puso en camino por la calzada que viene derecho a México; ya contento y seguro de salir bien, trayendo con mucho cuidado lo que portaba en su regazo, no fuera que algo se le soltara de las manos, gozándose en la fragancia de las variadas hermosas flores. EL MILAGRO DE LA IMAGEN: EL MISTERIO DE LOS OJOS DE LA VIRGEN: El Dr. Aste Tonsmann publicará en unos meses mas sus últimos estudios efectuados sobre los ojos en la tilma, con completos detalles y fotografías. Quizás uno de los aspectos mas fascinantes de su trabajo es su opinión de que Nuestra Señora no solo nos dejara su imagen impresa como prueba de su aparición sino también ciertos mensajes que permanecieron escondidos en sus ojos para ser revelados cuando la tecnología permitiese descubrirlos y en el tiempo en que fueran mas necesarios. APARICIÓN A JUAN BERNARDINO: Trajeron luego a Juan Bernardino a presencia del señor obispo; a que viniera a informarle y atestiguar delante de él. A ambos, a él y a su sobrino, los hospedó el Obispo en su casa algunos días, hasta que se erigió el templo de la Reina en el Tepeyacac, donde la vio Juan Diego. El señor Obispo trasladó a la Iglesia Mayor la santa imagen de la amada Señora del Cielo: la sacó del oratorio de su palacio donde estaba, para que toda la gente viera y admirara su imagen. SAN JUAN DIEGO: "Juanito, Juan Dieguito", le llamó la Virgen, "el mas pequeño de mis hijos... hijito mío." Página dedicada a San Juan Diego Cuauhtlatoatzin EL CULTO GUADALUPANO: SIGNIFICADO DEL GUADALUPANISMO: LAS ESTRELLAS DEL MANTO: En el lado izquierdo las del Sur, visibles en la madrugada del invierno desde el Tepeyac. El Este se ubica arriba y el Oeste en la porción inferior. Como el manto está abierto, hay otros agrupamientos estelares que no están señalados en la imagen, pero se encuentran presentes en el cielo. Así la Corona Boreal, se ubica en la cabeza de la Virgen, Virgo en su pecho, a la altura de las manos, Leo en su vientre, justo sobre el signo del Nahui Ollin, con su principal astro denominado Régulo, el pequeño rey. Gemini, los gemelos, se encuentran a la altura de las rodillas, y Orión, donde está el Ángel. En resumen, en el manto de la Guadalupana se pueden identificar las principales estrellas de las constelaciones de invierno. Todas ellas en su lugar, con muy pequeñas modificaciones. LA IMAGEN DESDE EL PUNTO DE VISTA ESTÉTICO: Partiendo de la costura central de la Tilma de Juan Diego, la proporción dorada se identifica con evidente claridad en la imagen de la Virgen de Guadalupe. Ella le confiere una especial belleza y además, al coincidir en su desarrollo, con prácticamente todos los elementos de la figura, refuerza su integridad y refuta de manera contundente, la extraña idea de que se le han hecho añadidos. Es también un importante argumento, para demostrar el gran valor estético de la imagen, a la que no se le puede añadir ni quitar de su lugar ningún elemento, sin deteriorar su belleza. Hace también improbable, desde el punto de vista estadístico, que se encuentren en la pintura tantas señales de diferentes disciplinas, y que hayan sido fruto de la casualidad. TEOLOGÍA DEL ACONTECIMIENTO GUADALUPANO: El Evento Guadalupano es un verdadero Evangelio. Esta palabra, proveniente del griego, quiere decir "Buenas Noticias". Y en verdad el Acontecimiento encierra diferentes Buenas Nuevas, y no solo una. La Virgen de Guadalupe -Tlecuauhtlapcopeuh- es "La que Procede de la Región de la Luz como Aguila de Fuego-. Y el Fuego que la transforma en Sol es el Niño-Sol que lleva en su seno. Es la Noticia portadora de Alegría. Es Buena Noticia porque Guadalupe reivindica a Juan Diego en su dignidad de persona, de protagonista responsable, capaz de llevar una encomienda a su culminación exitosa. Su Buena Noticia es una palabra eficaz. Cura sin duda al tío Bernardino que ya agoniza a causa de una enfermedad mortal. Juan Bernardino personifica al Pueblo Mexicano conquistado, abatido, contagiado. Pero Guadalupe transforma al Tepeyacac en un jardín de raras, exquisitas, frescas, aromáticas y significativas rosas. No era tiempo ni el lugar apropiado para que las hubiera. Nuestra Señora transforma también el corazón de quien se ubicaba en el Centro Religioso Fray Juan de Zumárraga, para aceptar las indicaciones que vienen desde la periferia. Tlatelolco reconocería la fuerza de lo verdadero que emerge del mundo de los conquistados. De todos ellos se hará Eco y Voz Santa María de Guadalupe desde el TEPEYAC. LA FIESTA Para los mexicanos la fiesta de la Virgen de Guadalupe es la más importante a nivel nacional. Un gran número de personas desde diferentes puntos del país acuden en peregrinación hasta el santuario o Basílica de Guadalupe utilizando diferentes medios de transporte, ya que estos van desde el ir en automóvil, autobús, bicicleta o simplemente a pie, lo hacen con la finalidad de dar gracias por los favores recibidos, para solicitarle ayuda o simplemente por tradición. El pasado 12 de Diciembre de 1998, la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe recibió la visita de aproximadamente 6 millones de fieles. Pío X en 1910, la declaró "Celestial Patrona de América Latina" y Pío XII la llamó en 1945, Emperatriz de las Américas. ¿Quién es la Virgen de Guadalupe y la Virgen María?La Virgen de Guadalupe, o Nuestra Señora de Guadalupe, es una forma de la Virgen María, la madre de Jesucristo. Pero La Virgen de Guadalupe es diferente a otras formas de la Virgen. La Virgen de Guadalupe tiene pelo negro y piel morena. Es una versión indígena de la Virgen María.
¿Por qué la Virgen María se llama Guadalupe?La milagrosa y muy venerada estatua fue nombrada de Guadalupe porque así se llamaba el poblado ubicado cerca al lugar del descubrimiento.
¿Cuál es el verdadero nombre de la Virgen de Guadalupe?La Virgen de Guadalupe: virgen morena y patrona de México.
¿Cómo se llamaba la Virgen?María, madre de Jesús.
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